Cuenta la leyenda, que hubo una vez un joven ladronzuelo, con bellos sentimientos. Al ser incapaz de robar de verdad, se puso su antifaz y en lugar de dinero, se dedicó a robar corazones.

El mío fue el primero. Ten cuidado, no vaya a ser que, sin esperarlo, tu corazón sea el siguiente.

En este país, mandado a hacer para el ingenio, definitivamente, el que no corre… vuela.

El ladrón bueno

Este maravilloso pequeñín se llama Tacuarita Azul. Se trata de un ave sumamente inquieta, que habita zonas de arbustos y árboles de baja altura. Su belleza no tiene igual, y cuenta con una característica muy peculiar. Los machos (como el de esta fotografía) tienen un antifaz negro alrededor de sus ojos, que los distingue de las hembras que no lo poseen.

La verdad, me sentí absolutamente agradecido de poder fotografiarlo. Ahora, mi corazón le pertenece a él.

Por Ignacio Larre