Tenía que hacer algo. Debía demostrar que el tamaño no es lo más importante. Vale la inteligencia. Vale la belleza. Siempre supe de lo que soy capaz.

Busqué el lugar más alto de aquel tronco derrumbado. Tomé coraje. Planté mi pie derecho para demostrar toda mi autoridad y a grito firme exclamé: ¡Acá mando yo! “El Capitán Chingolo”.


Fotografía de un Chingolo, ave muy frecuente de ver por estas zonas de la Ciudad de Buenos Aires. No nos dejemos engañar por su tamaño, se trata de un pequeñín sumamente temperamental y de una belleza sin igual. Tan coqueto es, que difícilmente salga feo en alguna foto que lo sorprenda.

El Capitán Chingolo
Por Ignacio Larre