Pensé que ya lo había perdido todo,
hasta que llegaste tú.
Creí que ya todo lo sabía,
hasta que aprendí a perdonar.
Supuse que ya era mi hora,
hasta que me ofreciste tu tiempo.
Imaginé que ya no valía la pena intentar,
hasta que un esfuerzo más, lo hizo posible.
Asumí que ya era viejo,
hasta que una sonrisa me devolvió la juventud.
Empecé viendo mi vaso vacío,
hasta que terminé descubriendo que, de a poco, se está llenando.

¿Cuestión de perspectiva? Puede ser.
De lo que estoy seguro, es que la realidad se edifica en los cimientos que nuestra mente construye. Consolidemos el presente con positividad y dejémosle al mañana, la responsabilidad de mostrarnos nuestro verdadero destino.

Solo una cuestión de perspectiva
Por Ignacio Larre