Y en ese momento exacto, nuestras miradas se cruzaron.

No sé qué habrás sentido, pero a mí se me erizó la piel. Desconozco lo que habrás pensado, pero a mí me atravesaron infinitos pensamientos.

Mientras volabas sin barreras, pude apreciar tu independencia y sentirme libre. Pude creer por un instante que nada me detenía. Que alzaba los brazos al cielo pudiendo acariciarlo.

Y esa mirada, tu mirada. Me sentí querido. Abrazado por tu naturaleza.

Duró un instante. Solo un segundo demoré en recordar mi realidad y volver a sentir mis piernas atadas al suelo. Pero nunca podré olvidar aquel momento infinito en que hicimos contacto.

Gavilán Caracolero volando sobre mi cabeza y regalándome esta mirada que jamás olvidaré.

Haciendo contacto
Por Ignacio Larre