Por un instante jugué a encerrarlo. Tomé valor y me sentí capaz de atraparlo, de hacerlo prisionero para mí solamente.

Quién no quisiera tenerlo solo para uno mismo, guardado en algún rincón. Poder brindarme su calor cuando yo lo necesite, iluminar mi vida cuando la sienta en tinieblas, prestarme su brillo cuando me opaque la amarga rutina, o tan solo regalárselo a quién quiera, cuando crea que es la persona adecuada.

No pude lograrlo más que por un instante. Creo que en realidad él jugó conmigo haciéndome creer que era posible. Se fue lentamente hacia lo más alto del firmamento alejándose de mí, pero dejándome este recuerdo en el que por un rato nomas, sentí que lo había logrado, que lo había Acorralado.

Torres, Río Grande do Sul, Brasil.

Acorralado
Por Ignacio Larre