Con fuertes raíces como patas, largo y vigoroso tronco como cuello, ramas como pelos y formas que asemejan a las de una cabeza de animal; las costas ribereñas de Atalaya están muy bien protegidas.
Cuentan que de noche se escuchan los gritos del alma perdida de un Caballero llamando a su amado corcel, que toma vida en su honra y lealtad. Y juntos recorren las playas protegiéndolas de todo mal.
Atalaya, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Corcel inmortal
Por Ignacio Larre