Decidí mirar al cielo para alcanzar una estrella,
me asomé por la ventana y elegí la más hermosa.
Tan perfecta, que a su lado la misma luna furiosa,
la observaba con envidia y se opacaba celosa.

Junté fuerzas desde adentro y me estiré con esmero,
ansioso en puntas de pie alcé mis brazos al cielo.
Como invocando un milagro, creí acariciar su pelo
pero al verla tan lejana, me eché a llorar sin consuelo.

¿Cómo explicar que la quiero? Su piel no puedo tocar.
Por más que quiera atraparla, nos separa un universo,
y aún sonando perverso, cada noche que transcurre
repito el rito soñando que al fin lo imposible ocurre.

Al dejar pasar el tiempo, te ves más clara que nunca.
Tan cercana que deslumbras a mis ojos y a mi alma.
Llenas mi vida de calma, creo que logro atraparte
alzo mis manos al cielo, siento que puedo abrazarte.

Ahora sí, toqué tu pelo, que por milagro ha crecido
trepé ese largo camino que me guía a tu lado
ya lo increíble he logrado y no es un cuento de hadas.
Sos la razón de mi vida, sos mi estrella enamorada.

Ilusión por una estrella
Por Ignacio Larre