Fiel amigo y compañero,
suave caricia del alma,
en tu mirada resumes
todo el amor que te abarca.

Mucho más que dar tu tiempo,
cada instante das tu vida,
estando en ese lugar
donde curas mis heridas.

Sabes tú, mejor que nadie
si la tristeza me agobia
y me vienes a buscar
poniendo luz a mis sombras.

Te acurrucas a mi lado,
en silencio me haces mimos
y sin pedir nada a cambio,
solo te quedas conmigo.

Tanta gente me ha fallado,
tantas cosas me han dolido,
sin embargo, has sido tú,
quién siempre me ha contenido.

Me hablas con más palabras
de las que puedan decirse,
me abrazas más que la piel,
mis más profundas raíces.

Tus años vencen primero,
por todo lo que te entregas,
por hacer de cada día
una nueva primavera.

Hoy quiero darte las gracias,
que descanses en mi aliento,
hacer de mi fuerza la tuya
y de tu historia, mi tiempo.

Mirarte con tu mirada,
hablarte muy desde adentro
y que dormido en mis brazos
escribas tu propio sueño.

Mi fiel amigo

Va dedicado a aquellas mascotas, que con tanto amor nos acompañan día a día, haciendo del silencio una caricia, de la soledad un absurdo disparate y de la vida una hermosa sonrisa.

Por Ignacio Larre