Un rayito de sol es suficiente para transformarlo todo. Basta una brisa de luz para hacernos únicos y hermosos. Todos tenemos esa magia. Todos somos capaces de alcanzarla.
El desafío está en buscar con todas nuestras fuerzas ese rayito interior que nos encienda y esperar que el resto, sencillamente, nos sorprenda.
Picaflor común descansando, mientras un temeroso rayito de sol lo acaricia, realzando sus preciosísimos colores.
Un rayito de sol
Por Ignacio Larre
Cuando trabajé en el cuidado de una persona mayor durante las vacaciones familiares, descubrí la belleza de los colibríes, ya que muchos visitaban el jardín de aquella casa. Creo que me maravillé por primera vez; no recuerdo haberme fascinado por esta especie con anterioridad.
Gracias Lucía por contar tu experiencia personal. Yo siempre tuve admiración por esta especie. Tan diminuta, tan hermosa. También por tener la facultad de quedarse suspendidos en el aire, inmóviles, tan solo aleteando a una velocidad supersónica. Pueden cambiar de dirección abrupta en un instante y volver a permanecer inmóviles en un abrir y cerrar de ojos. Cuando comencé a tener pasión por la fotografía de naturaleza les tomé aún más afecto y siempre que tengo la posibilidad les dedico una fotografía. Me alegro que te haya gustado y que me acompañes con tus palabras y participación.