Te conozco mucho antes de haberte visto.
Mis pensamientos te abrazaban
en profundos silencios,
incluso antes de oír el tono de tu voz.

En mis solitarias noches de insomnio
besaba tus labios con sabor a ilusión,
rozaba tu piel con caricias del alma,
mientras jugaba a ser feliz
imaginando tu nombre.

Y reía contigo,
y suspiraba contigo.

Te conozco,
pues mucho antes de saber de ti
ya te amaba en mis sueños;
te contaba mis secretos,
anhelaba los tuyos;
pero sobre todas las cosas,
te extrañaba en tu ausencia.

Eras para mí,
y el destino lo sabía.
Era para ti,
en solo cuestión de tiempo.

Y cuando la realidad parecía negarnos,
mi imagen encontró tu rostro,
mis manos hallaron tu piel,
mi corazón se unió a tus latidos
y aquellas huellas de mi esperanza
resultaron ser las tuyas.

Apareciste
y cambiaste mi vida para siempre.
Mi flor descubrió tu perfume,
mi cielo se pintó con tus colores
y cada incertidumbre
sucumbió a tu certeza.

Te conozco mucho antes de haberte visto;
y hoy, que estás a mi lado
ya no vivo de sueños
pues mi mejor realidad
la escribiremos juntos.

Te conozco
Por Ignacio Larre